La poética del asombro

Natacha Espinosa.– Si quisiéramos saber cómo era Alicia las respuestas serían muy distintas si le preguntáramos al Sombrerero Loco, a Tweedledum o a Tweedledee, a Nadie o a Tiempo y, según en qué momento, contestarían que era demasiado pequeña o demasiado grande. Cuando la preguntan a ella responde que por la mañana sí lo sabía pero que, desde entonces, había cambiado varias veces.

Lewis Carroll contaría que se llamaba Alice Liddell y tenía diez años la tarde del 4 de julio de 1862 cuando daban un paseo en barca por el río Támesis durante el que se convirtió en la protagonista del cuento Las aventuras subterráneas de Alicia que él fue improvisando para ella y sus hermanas a lo largo de ese paseo.

Igual que Alicia en el País de las Maravillas, la obra de Elisabeth Porrero Vozmediano (Ciudad Real, 1977) nace en los cuentos que empezó a escribir cuando tenía seis años y, desde entonces, no ha dejado nunca de crecer en su mundo literario en el que es la narradora de sus propias vivencias y de lo que sucede a su alrededor. De sí misma, también como Alicia, reconoce asombrada “a veces no sé quién soy, / me desconozco. / Me busco en cada cosa, / me sueño entre imposibles”, dentro del laberinto de espejos que es la identidad humana y que otros poetas también elevaron a versos, “je est un autre” (Rimbaud), o “contengo multitudes” (Whitman).

Una mañana, Elisabeth cogió las maletas sin contemplaciones estáticas para ser Peregrino de sueños (2012), su primer poemario, cuaderno de viaje iniciático desde el vacío existencial hasta la plenitud, una línea vivencial unida entre los dos puntos que abren y cierran los interrogantes de esa incógnita, quizá sin respuesta, aunque “siempre llegarás a alguna parte si caminas lo bastante”, como decía el Gato de Cheshire. La autora propone un recorrido que avanza en la misma dirección indicada en el pórtico del Oráculo de Delfos: el viaje interior para comprender el exterior, a través del encuentro con los demás y el paisaje de fondo, la Naturaleza, que es también un paisaje del alma, lleno de belleza hasta en sus manifestaciones más caóticas y destructivas.

La segunda obra de Vozmediano es una recopilación de cartas de amor, muchas de ellas premiadas en certámenes literarios, convertidas en Las rosas de los lunes (2014) que se regalan distintos personajes ficticios para despedirse, dar aliento, gratitud o anunciar que se entregan a nuevas historias que no sabremos cómo van a discurrir en destinos tan diversos como la cárcel, una oficina, el hospital o un circo, porque una buena carta cabe por cualquier artería. Nada más lejos del síndrome de Anna Karenina que esta postura de frente a la realidad natural, sin adornos moralistas, ya que la anatomía del amor antes de nacer, envejece y se fractura y “tienes que seguir rompiendo tu corazón hasta que se abra”, paradoja que ya revelaba un antiguo poema del místico persa Rumi. El corazón partío es la antesala del corazón abierto si en la catarsis muere el ego-romanticismo y se supera la limitante individualidad alcanzando las fronteras porosas entre uno y todo, donde el amor toma la forma de esa i griega conjuntiva para añadir a lo humano el estado de trascendencia que “nos dice que no todo es farsa en la farsa, que hay algo divino en nuestra vida que es verdad y es eterno y no puede acabar cuando la farsa acaba” (Jacinto Benavente).

Para Hölderlin la poesía es también una conjunción de dos vertientes, la estética y la lógica, reconocibles en las siguientes obras de Elisabeth Porrero. En El asombro en la piel (2018) la parte intuitiva de la poesía adquiere forma, casi escultórica, en imágenes que invocan a los sentidos con tanta intensidad que las palabras vuelan transparentes entre el tacto de las manos de una madre que, a pesar de la artrosis“podrían zurcir / la piel de este mundo / y dejarla intacta, de nuevo”. Asombro es la palabra que Calderón utilizaba deliberadamente en todos sus textos sin excepción y en estos poemas es el peso que inclina la balanza a favor de la piel trémula y el fuego crepitando en el hogar que podemos ser –“sé tú mi refugiado / y yo seré tu patria verdadera”-, para quienes nos quieran vivir “cuando te escribo, de nuevo me habitas. / Todo en ti es poema. / Todo de ti es verso”.  El poemario, íntimamente moldeado, invita a tener los ojos siempre dispuestos al asombro y su delicada lectura deja un rastro indeleble para no perderse entre el ruido y la niebla del día a día:

“Hablaré del misterio

de sus huellas:

Nada puede borrarlas

pese a ser invisibles”.

Su última obra publicada, Tratado de Ciencias Inexactas (2019), compara el proceso vital con un aprendizaje continuo que, en sus primeras etapas, está acompañado por los maestros, figura a la que rinde un sincero reconocimiento al ser quienes nos guían hasta el momento en el que tenemos que soltarnos de sus manos para seguir aprendiendo por nosotros mismos. Es una obra que se apoya en referencias de la infancia y constata que las materias aprendidas en el colegio están más presentes en lo cotidiano de lo que somos conscientes. La reminiscencia escolar tiene un significado especial para la autora, ya que fue su profesora Numida una de las primeras personas en reconocer la creatividad literaria que tenía Elisabeth y que supo orientarla para canalizar ese potencial y transformarlo en el cuerpo hoy maduro de su obra, definida por ella misma como autobiográfica, vivida antes que escrita y que, en ese sentido, ha ido evolucionado en paralelo a su propia vida, enriqueciéndose mutuamente y en apertura creciente hacia temas sociales. En especial, afirma sentir un firme compromiso con la igualdad de mujeres y hombres porque la discriminación sigue persistiendo en lo más hondo del tejido humano y social como se manifiesta en el propio lenguaje, por lo que su voz literaria combate contra ese mal de “lo que no se ve, no existe” reflexionando sobre el uso inclusivo para lograr la visibilidad de lo femenino sin forzar el lenguaje. La creación libre y sin ataduras a la métrica son los rasgos de su poesía que le permiten no perder frescura en coherencia con su concepción amplia del género, similar a las corrientes germánicas, extendiendo más allá su funcionalidad y su forma porque “la poesía no es sólo un conjunto de versos, también está la prosa poética, la literatura cantada en las composiciones musicales”, como muestran algunos de sus poemas y que le hacen compartir, por ejemplo, la concesión del premio Nobel de Literatura a Bob Dylan.

A la hora de componer prefiere la inspiración del primer verso a la disciplina por rutina, evita caer en tentativas superficiales y escribe a mano, unas veces en silencio, otras acompañada de música instrumental como la melodía turca Köpruler. En su biblioteca personal ocupan lugares destacados la prosa de Javier Marías y Saramago, además de la poesía de Neruda, Cernuda y Luis García Montero, el lirismo de Elvira Sastre y la expresión diáfana de Eloy Sánchez Rosillo, cualidad ésta que entiende imprescindible porque “el valor de la claridad en la transmisión es una de las funciones del arte”. Se confiesa lectora insaciable desde la infancia y, aun así se lamenta, “me falta vida por leer”, quizá porque en su agenda cultural siempre hay tiempo para los demás, participando y promoviendo actividades con una voluntad inagotable, expresión de un compromiso literario que alcanza niveles de activismo cultural, sumando en cada colaboración los matices de su esencia como un sabor umami sin que en la fusión coral se pierda su voz propia invitando a que la vida nos sorprenda a cada instante, como cuando se ve algo por primera vez, para que la inercia de las trivialidades no te arrastre por su mar diario y al salir a la orilla siga estando tu sitio frente a ti.

Apuntes biográficos

Elisabeth Porrero Vozmediano, nace en Ciudad Real en septiembre de 1977. Estudió Ingeniería Química e idiomas y es profesora de Educación Secundaria.

Empezó a escribir a los seis años y en 1998 se unió al Grupo Literario Guadiana del que actualmente es Coordinadora desde hace cuatro años. Es autora de los libros y poemarios: Peregrino de Sueños (2012), publicado por la Excma. Diputación de Ciudad Real en la Biblioteca de Autores Manchegos; Las Rosas de los lunes (2014) y El asombro en la piel (2018), ambos de la Colección Bibliográfica del Grupo Literario Guadiana; Tratado de Ciencias Inexactas (2019), de Huerga & Fierro Editores.

Asimismo, ha participado en numerosas obras colectivas y antologías poéticas, entre ellas: Antología de Jóvenes Poetas Inmaduros 26, JCCM; con el Grupo Literario Guadiana Antología de Poesía Antología Rota y Homenaje a El Quijote; Esta Tierra de mar sin mar, de ediciones Soubriet; La Palabra ante todo; Gotas de Esperanza, Palabras de Amor; La Palabra desnuda; La Palabra herida; Palabra de Quijote; A risas con la palabra; Palabra de Dios y Palabra de vino, editadas por el Grupo de Comunicación Oretania.

Ha sido galardonada con más de treinta premios literarios en las categorías de poemas, recitación y cartas de amor.

Participa y apoya numerosas actividades de promoción cultural, como presentaciones de libros, recitales, encuentros literarios y seminarios; recientemente, también colabora en la gestión de Real Jazz. 

Es colaboradora de tertulias en televisión y publica habitualmente artículos en prensa y en revistas literarias como Manxa, Calicanto y La Hoja Azul en blanco.   

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