De traperos, heresiarcas y hombres de Dios (64)

La nueva vida en familia había sorprendido grandemente al anciano, pues hacía ya tiempo que se había acostumbrado a su soledad y, de repente, se encontraba con una familia postiza en la que acogía incluso hasta nietos. ¡No cabía en sí de gozo!

Puerta de San Andrés, entrada a la judería de Segovia (FUENTE: Carlos Sánchez Molina)

Su falta de esperanza desde que enviudara habíase tornado en satisfacción llevándole a mirar con mejores ojos lo que podría depararle su futuro, a pesar de las circunstancias que se daban en aquellos momentos. El decreto de expulsión de los judíos había dado su pistoletazo de salida a su plazo tras aquel 31 de marzo y la cuenta atrás para aquellos que no renunciasen a sus creencias judaicas cada vez iría avanzando con mayor celeridad.

Sin embargo, aquel judío habíase tornado en converso para sobrevivir no quería abandonar por nada del mundo la vida que en aquellos momentos disfrutaba, a pesar de que muchos de sus compañeros de fe tuvieron que marcharse sin apenas enseres con el fin de ponerse a salvo. El giro que en esos momentos había cambiado todos sus pensamientos tenía una motivación: los nuevos inquilinos que le acompañaban en su casa, a los cuales les había cogido un cariño muy especial. La joven pareja de padre, Cinta e Ismael, se ocupaban de todas las tareas más arduas que el mantenimiento de una vivienda conllevaba, y eso lo agradecía el anciano sobremanera, pues hacía mucho tiempo que no había tenido un momento de respiro desde que enviudara. Y, por otro lado, estaban los jovencitos, que no sabía cómo tratarlos, ya que había conocido que su relación no era precisamente de hermanos, aunque aún estaban en una edad que, seguramente, ellos tampoco podrían saber cómo definirla.

La algarabía se había recobrada en aquella modesta casa que se hallaba próxima a la imponente residencia del afamado Abraham Seneor. Aún quedaban algunos meses para que el plazo de cuatro llegase a su fin y los judíos que no se hubiesen marchado estuvieran obligados a su conversión sin fisuras. Aquel prohombre que ocupaba diversos cargos de enorme relevancia, que gozaba de estrechos vínculos con los mismísimos monarcas, en ese sentido era un judío más, y en toda Segovia se sabía. ¿Qué pasaría con Seneor y su familia? ¿Cuál sería su futuro?

Llegó entonces el primer día del mes de mayo de aquel año de mil cuatrocientos noventa y dos cuando Seneor y Abravanel trataron de que los reyes recapacitaran y dieran marcha atrás con el edicto de expulsión de la comunidad judía en la que eran cabezas visibles. Sin embargo, a pesar de la insistencia y el ofrecimiento de grandes sumas de dinero por parte de ambos, los Reyes Católicos persistieron en su empeño de lograr una unidad religiosa de todo el territorio a toda costa. La impotencia se adueñaría entonces tanto de Abraham como de Isaac, llevándolos a adoptar posiciones sorpresivamente opuestas ante la vigencia del edicto cuyo plazo finalizaría el 31 de julio de ese año.

Mientras tanto, en la morada del anciano Samuel parecía reinar una calma que en cualquier momento podría verse quebrada.

Se oyeron entonces reiterados golpes en la puerta principal que aquella modesta casa y, desde la cocina, se respondió:

-¿Quién llama con tanta premura? ¡Ya va!

-Soy yo, Mosen Samuel, Juanillo. Debo contarle una cosa de la que me acabo de enterar que creo que será de su interés.

-Pasa chiquillo, y cuéntame con pelos y señales de qué demonios se trata. –respondió el anciano.

-Verá usted… Acabo de encontrarme con un muchacho que ha oído a su padre comentar que don Isaac Abravanel está muy enfadado con Abraham Seneor…

-¿Qué es lo que ocurrido que motive dicho enfrentamiento, si lo conoces bien?

-Según me dijo el hijo del zapatero que vive cerca de la puerta de San Andrés, nuestro afamado vecino, don Abraham, junto con el resto de su familia, han decidido convertirse a la religión católica para así poder seguir viviendo en Segovia y no verse obligados a marcharse fuera de esta ciudad ni del territorio que gobiernan doña Isabel y don Fernando. Y en esa cuestión no está demasiado de acuerdo don Isaac. Y esa noticia ha llegado a la calle y hay algunas pendencias en las que se acusa de traidor a don Abraham.

-Entiendo, muchacho. La cuestión no es nada baladí. Ciertamente, ambos son dos prohombres de una comunidad que ha tenido que soportar muchas adversidades a pesar de gozar de una posición económica que más de uno quisiéramos tener. Habrá que tener mucho cuidado a partir de ahora, pues cuando salgas a la calle deberías tener cierta cautela de con quién hablas y quien te vigila, ya que la Inquisición siempre está al acecho, a pesar de que el obispo Juan Arias siempre nos ha protegido al ser uno de los nuestros, pero el yugo del Santo Oficio tenía los brazos demasiado alargados como para dejar escapar una oportunidad así, viéndose él mismo vio obligado a asumir la defensa en el proceso que afectó a sus propios familiares. Como jurista experto en aquellos menesteres, y puesto que también llegó a ser encausado, elaboró una estrategia que le condujo a apelar a Roma, donde gozaba de la confianza del cardenal Borja. Sin embargo, puesto que no se fiaba de lo que les podía ocurrir a sus progenitores antes de su regreso, llevó a cabo el desenterramiento de sus huesos que se hallaban sepultados en el convento de Santa María de la Merced.

>La labor del obispo que llevó a cabo en la sede del Papado tuvo como consecuencia la absolución de sus padres, don Diego y doña Elvira, y de él mismo de la herejía de la que habían sido acusados. Pero, sabía muy bien que aquella sentencia en Castilla apenas tendría algo de validez, llegándose a pasar la causa de Segovia al tribunal de Valladolid, pues ya en este año se convirtió en cabeza del distrito inquisitorial de Castilla. Nada más te puedo decir al respecto.

-Don Samuel, una vez más me ha dado una lección de historia de varias cosas que desconocía de esta ciudad. Hay tanto que saber de aquí como qué eran los arcos que nosotros vimos tiempo atrás cuando llegamos desde tierras sorianas. Según he oído, tengo entendido que lo llaman acueducto o algo parecido. ¿Me podría en algún momento hablar de ello? –refirió el muchacho.

-Buena pregunta Juanillo, pues, aunque se trata de una obra de ingeniería que llevaron a cabo los romanos, lo cierto es que hace menos de diez años que se acometieron algunas obras, ya que no sólo los moros de otra época lograron romper algún arco allá por el siglo XI, sino que en tiempos de Alfonso VI algunos sillares serían usados para el refuerzo de las murallas segovianas. Esta última decisión obligó más tarde a que Alfonso X recuperase la conducción de agua con nuevas reformas en el siglo XIII, y lo que más recientemente referí es lo último que conozco que se ha hecho… Pero, como bien has dicho y volviendo al tema que hablamos anteriormente, el de don Abraham Seneor y su bautismo como cristiano, ¿sabes alguna cosa más al respecto? ¿Dónde se llevará a cabo? ¿Quién será el garante de que su bautismo sea sincero? Debes tener en cuenta que, si las calles de Segovia se revuelven en ese sentido, quizá tenga que abandonar esta ciudad, a no ser que goce de protección que desconozcamos.

-Aún no sé nada en ese sentido, señor. Pero, en cuanto averigüe algo más, se lo haré saber.

-Bien, muchacho, bien.

Sin más, el mozuelo volvió a dejar solo al anciano, abandonando la estancia donde se encontraban en aquella modesta casa. Por unos instantes, el silencio se adueñó nuevamente de la vivienda de Samuel, aquel que había permanecido hasta hacía unos días en la más completa soledad desde el fallecimiento de su esposa. Sin embargo, al bullicio con el que los nuevos visitantes habían llenado aquellas paredes le sucedió otra vez la calma, aunque sólo sería momentánea pues tanto la joven Susana como Cinta se habían dirigido al mercado a hacer acopio de algunos alimentos y, por fortuna para la economía de todos ellos, Ismael había encontrado algún que otro trabajillo con el que seguir activo por un tiempo.

A pesar de que la tranquilidad se había convertido en una sensación placentera para el anciano Samuel, la complacencia relajante que portaba aquel silencio momentáneo no se prolongó demasiado tiempo. Próximas a la entrada de la casa ya se oían las risas y los comentarios vivos de las dos mujeres, pues ya parecían regresar del mercado semanal con el mejor de los ánimos.

-¡Recuerda Isabel, que nada hemos de decir a estos hombres que se creen que lo saben todo! Son cosas muy delicadas que atañen a su hombría y no es menester enfadarlos. –indicó Cinta entre susurros.

-Perdóneme, señora, pero es que no puedo parar de reír por lo que vimos en el mercado. No sé si podré disimular ante ellos, ya que se me notaría mucho. –respondió la muchacha esbozando una pícara sonrisa.

Tras cruzar el umbral de la morada del judío, ambas se encontraron frente a él, diciéndole:

-Buenos días tenga usted, don Samuel.

-¡Dichosas seáis aquellas que dais tanta alegría a esta casa! –ante aquella respuesta, la mozuela y la joven madre se miraron cómplices agradeciendo el gesto al unísono.

Desgraciadamente la alegría que entonces embargaba y rellenaba todas las estancias de aquella modesta vivienda no duraría ya demasiado tiempo. El año de 1492 que tan malas consecuencias traería para los judíos que se vieron obligados a abandonar su población de origen, tampoco sería de grato recuerdo para los que allí residían.

MANUEL CABEZAS VELASCO

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3 COMENTARIOS

  1. Interesante. Como curiosidad, el bautismo de don Abraham Seneor se llevó a cabo en el monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe el 15 de junio del año 1492 cuando don Abraham contaba con ochenta años. Sus padrinos fueron nada menos que los mismos Reyes Católicos y el cardenal Mendoza. Recibió el nombre de Fernando Pérez Coronel solo un año antes de su muerte….

  2. Cierto es Charles que tanto A. Seneor como su yerno Meyr Melamed, se bautizaron en dicha fecha y lugar adoptando los respectivos nombres de Fernán (o Fernando) Pérez Coronel y Fernán Núñez Coronel, respectivamente.
    Eran uña y carne ambos, llegando incluso Melamed a sustituir a Seneor como principal administrador de impuestos del reino.Este último incluso sería desde el día 23 de dicho mes contador mayor, y también se convertiría en miembro permanente del Consejo Real y regidor en Segovia.
    Desgraciadamente Abraham Seneor sólo pudo disfrutar de su condición como bautizado unos meses,pues antes de que finalizase el invierno, ya en marzo de 1493, fallecería en Segovia.
    En el Monasterio de El Parral en la misma ciudad donde vivió todavía se conserva la capilla del Calvario, de la familia Coronel, con las tumbas de Abraham (Fernando), la de su hermano Pablo Coronel (Secretario del Cardenal Cisneros y catedrático de hebreo de la Universidad de Alcalá, donde intervino en la Biblia Políglota Complutense) y de su nieta, María Coronel.
    Gracias de nuevo por tus apuntes y tu fiel seguimiento.

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