Los ángeles de La Paz de Madrid

El Hospital de la Paz, gran centro hospitalario de Madrid, se encuentra ubicado en el distrito de Fuencarral – Pardo de la ciudad de Madrid. Centro de titularidad pública está administrado por el Servicio Madrileño de Salud dependiente de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid.

         Este gran complejo hospitalario de Madrid va a cumplir 59 años de vida en julio de 2023 ya que fue inaugurado en esa misma fecha el año 1964 dentro de los actos conmemorativos correspondientes a los veinticinco años de paz del régimen del General Franco. Desde ese momento, es un hospital de referencia no sólo a nivel nacional ya que ocupa el primer puesto según el Monitor de Reputación Sanitaria (MRS) sino a nivel internacional con el número cincuenta y dos entre los 100 mejores hospitales del mundo según la lista World’s Best Hospitals 2022 que elabora la revista Newsweek de reconocido prestigio mundial.

         En la fachada de entrada  principal  y ocupando el espacio derecho  del edificio podemos contemplar un gran mural en piedra, con relieves de grandes proporciones realizado por el artista  Carlos Ferreira de la Torre que simboliza dos grandes elementos de la vida del ser humano: la paz y la salud.  Así pues, en la parte derecha del mural está representada la sociedad, por un hombre, una mujer y un niño que extienden sus brazos hacia la parte izquierda del mural, donde se resalta la figura de una mujer con una paloma en la mano, símbolo de la paz y un hombre que porta en su mano derecha una serpiente  y un bastón, símbolos inequívocos de la medicina. Esta simbología humana y social, entre la salud y la enfermedad. queda patente en esta obra de reconocido prestigio y nos anima a conocer mejor el objetivo que tiene el hospital más importante de España.

         En el interior del edificio se aprecia el inmenso uso que se ha hecho por parte de la sociedad, llegando a cierto deterioro en alguno de sus elementos del suelo y paredes, de tal manera que ante la necesaria, y yo diría urgente reparación, la anterior presidenta de la Comunidad de Madrid Cristina Cifuentes sacó a concurso público la demolición y nueva construcción de un nuevo hospital con todos los adelantos tecnológicos. El proyecto finalista es de Campo de Retamas de Burgos y Garrido Arquitectos con un coste aproximado de 503.945,58 millones de euros. Pero como se dice muy a menudo: las cosas de palacio van despacio. Las obras no han comenzado y el hospital, a pesar de todo, sigue funcionando a un alto nivel de rendimiento.

         Hasta aquí, he querido reseñar algunas características que honran a este inmenso hospital y su perfecto funcionamiento. Parece oportuno que desde la vivencia personal me aproxime a otros aspectos muy significativos, en especial, para los miles de pacientes que acuden a este macrocentro hospitalario, el quinto de España en cuanto al número de camas y el primero en cuanto a reconocimiento por asociaciones de pacientes y personal sanitario.

         Nadie, ningún paciente desea ingresar en ningún hospital a pesar de saber que  en ese lugar puede encontrar la curación o el remedio a sus males o dolencias. Siempre hay un reparo casi innato a no querer traspasar las puertas hospitalarias debido a ciertos temores, muchos infundados pero que han calado en lo más profundo del ser humano. También el miedo  a lo desconocido crea barreras, muchas veces muy difíciles de sortear, por eso siempre el hospital nos ha infundido miedo, dudas y hasta dolor emocional y existencial. Generalmente en los hospitales nace la vida y ésta se pierde al final del proceso, cerrando ese círculo vital que debe recorrer el ser humano aquí en la tierra.

         Crucé las puertas del magnífico hospital de la Paz de Madrid, con el alma encogida y con el cuerpo doblado por el dolor y la angustia. Me ubicaron en la cuarta diagonal, en una habitación orientada al poniente, desde cuyo ventanal podía despedir al sol que, durante estos días, ha brillado en el firmamento. Todas las tardes veía morir el día y nacer la noche oscura. Desde el primer momento sentí la calidad humana y profesionalidad de enfermeras/os que con un tacto especial supieron dar esa pincelada de sosiego y de paz, tan importantes en esos momentos difíciles por los que estaba pasando.

         Muy rápidamente noté el alivio de aquellas en enfermeras, verdaderos ángeles, vestidos de blanco, que en todo momento, con sus palabras, y por supuesto con sus acciones iban liberando de mi cuerpo el dolor y la angustia. Siempre dulces, siempre profesionales, siempre con la palabra y la sonrisa en los labios, estos ángeles de la paz han sabido dulcificar lo agrio, alegrar la tristeza, mitigar el dolor y sublimar una estancia obligada y que yo nunca creí que iba a ocurrir. Nunca antes había sentido el dolor con tanta intensidad  en mi cuerpo y también en mi alma, pero también nunca antes había tenido a mi alrededor profesionales que me daban ánimo, que luchaban conmigo para unir fuerzas contra la enfermedad, que me visitaban de noche y de día con la sonrisa y con la palabra justa para calmar mi ansiedad y llenar mi alma de nueva esperanza. Los ángeles de la Paz han sido verdaderos ángeles de la guarda para mi salud, de tal manera que, en muchos momentos cuando la emoción se apoderaba de mi alma y de mi cuerpo impidiéndome articular palabra, los ángeles de la Paz Yazmi, Milá, Juani, Erika, Susana, María, Maribel, Marta, José y Virginia sabían consolar mi alma y mi cuerpo afligidos por la incertidumbre y el dolor. Para estos ángeles y para ese otro ángel permanente,  mi señora, que ha vigilado mi vida en todo momento sin separarse ni un minuto de mi cama, para las auxiliares Roux María, Mirian, Laura, Lorena, Sandra y Sole mi gratitud, mi recuerdo por ser mucho más que profesionales de la sanidad pública.

         Mil gracias derramando/ pasó por estos sotos con presura/; y, yéndolos mirando/, con sola su figura/ vestidos los dejó de hermosura. Versos del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz cuyo contenido perfectamente lo podemos ejemplificar en la magnífica etnología de análisis, comprobación y estudio realizada por los doctores Alonso Durango, Chema, Urbez Charo, Sara Morón, Alonso Dorrero en los campos de la urología, rehabilitación y radiología. He sentido muy especialmente el trabajo realizado por el doctor Constantino Fondevila Campos y la doctora María Isabel Prieto siempre atentos a la evolución de la enfermedad. A todos, el agradecimiento sincero, por formar un gran equipo de trabajo y por la dedicación que han demostrado tener conmigo. Sin duda el hospital de la Paz es un referente nacional no sólo por poseer los mejores medios de detección, análisis y curación, sino también porque sus hombres y mujeres forman un gran equipo para ayudar al paciente en los momentos más complicados de su vida.

         Con sus conocimientos científicos, los doctores mencionados y otros que casi todos los días me visitaban, han ido derramando gracias a todos los pacientes, sedientos de curación. Con tesón cumplían con lo profesional mientras que con entrega hacían más llevadera la penitencia que implica luchar contra la enfermedad. Día a día, no sólo venían a darme salud, también me suministraban una buena inyección de cariño y buen humor, llegando a lo más profundo de mi corazón, herido por el dolor, la angustia y la incertidumbre. Es justo reconocer su trabajo, su dedicación y sus esfuerzos diarios para salvar una vida y dar alegría a muchas.

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2 COMENTARIOS

  1. Artículo precioso. Producto de la más profunda experiencia. Muchas gracias al autor, a Emilio, por compartir sus vivencias más personales con todos. Creo que nos ha conmovido y nos ha encendido la velita de la esperanza en los momentos de desesperación. Siempre es posible

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