Plinio, don Lotario y el centenario

Ya estamos en el año del centenario. El pasado 25 de enero el Ayuntamiento de Tomelloso presentó en la Feria Internacional de Turismo de Madrid la programación con los actos conmemorativos del centenario del nacimiento del escritor Francisco García Pavón, creador del personaje policía. Y lo hizo, aparte de las palabras de la alcaldesa, con el montaje de la compañía tomellosera Pan pa´hoy, protagonizado por Plinio y don Lotario, que sorprendió de forma grata al público asistente.

El día siguiente tuvo lugar en La Posada de los Portales de Tomelloso el primer acto del centenario, la presentación del libro Estudios Manchegos (Tres ensayos y una carta), con la presencia de Sonia García Soubriet, escritora e hija de García Pavón, Raúl Zatón, concejal de Cultura, y el editor Alfonso González-Calero.

Foto: Ayuntamiento de Tomelloso

Y es que Almud Ediciones de Castilla-La Mancha ha madrugado y ha dado a la luz pública una nueva edición de Estudios manchegos. Tres ensayos y una carta, que a costa del propia autor se tiró en la Imprenta El Santo Escapulario, de Jerez de la Frontera, en 1951. Tras el acto en Tomelloso del pasado día 26, hoy viernes, 1 de febrero de 2019, a partir de las 19,00 horas, se celebrará en la Biblioteca Pública del Estado en Ciudad Real otra presentación, con Sonia García Soubriet, Alfonso González-Calero y José Rivero Serrano, arquitecto y escritor, gran averiguador de la obra menos conocida de García Pavón. Se puede ver como muestra el artículo publicado hace tres días en este mismo digital.

1951

Y el próximo día 8, también a partir de las 19,00 horas, dentro de las actividades del Aula de Pensamiento Antonio Rodríguez Huéscar, presidida por Ciriaco Morón Arroyo, de la Casa de La Mancha, el periplo del libro llegará a Madrid en su recorrido. Presentará el acto el profesor y escritor tomellosero Santiago Arroyo Serrano e intervendrán Alfonso González-Calero, director de Almud Ediciones, y José Rivero, prologuista del poco conocido libro del premiado autor.

Francisco García Pavón nació en Tomelloso el 24 de septiembre de 1919, donde terminó el bachillerato en junio de 1936. En 1943 consiguió la licenciatura de Filología Románica en Madrid y en 1952 se doctoró en Filosofía y Letras por la Universidad de Madrid con la tesis Leopoldo Alas “Clarín” como narrador. Trabajó como profesor de Arte Dramático, actividad que compaginó con su labor como novelista y dramaturgo, así como con la crítica teatral.

Fuente: ABC (3-2-1952)

Sus cuentos son magníficos, de lectura agradable y muestran el gran conocimiento que el autor tenía de La Mancha, de sus habitantes y de su sociología. Sobre todo la serie autobiográfica, a la que dedicó más de veinte años, que comenzó con Cuentos de mamá (1952) y siguió con Cuentos republicanos (1961), Los liberales (1965) y Los nacionales (1977). Pero quizá su creación más famosa sea la de Plinio, jefe de policía de Tomelloso, protagonista de un buen número de novelas en las que la acción se desarrolla en el escenario manchego, con grandes dosis de costumbrismo y crítica social.

Evidentemente, García Pavón triunfó en nuestro país. Obtuvo importantes premios como reconocimiento a su labor literaria e, incluso, su personaje Plinio fue protagonista de una serie televisiva. ¿Y en La Mancha? ¿Triunfó en La Mancha? Si medimos el éxito por el callejero, evidentemente no. Sólo Albaladejo, Fuente el Fresno y Tomelloso en la provincia de Ciudad Real, y Corral de Almaguer en la de Toledo, tienen calles dedicadas al escritor. Parece mentira que la capital de la provincia no tenga una calle con el nombre del gran  autor, que tanto divulgó La Mancha con su obra. Claro que Ángel Crespo, por ejemplo, más relacionado con ella, tampoco la tiene, aunque sí en Alcolea de Calatrava. Por otra parte, en Tomelloso un instituto tiene su nombre, IES Francisco García Pavón, y en Ciudad Real un edificio de la UCLM también, concretamente la Facultad de Letras.

García Pavón, que eran un espíritu liberal, tuvo que nadar y guardar la ropa durante la terrible y temible dictadura. Él proyectaba un pensamiento social siempre que podía y utilizaba humor y mordacidad para ponerlo de manifiesto. La profesora Marta Eulalia Altisent, en su análisis de Los liberales (1965), lo ha descrito así: “El humor y la ironía es un mecanismo de supervivencia para el pobre” (Dicenda. Cuadernos de Filología Hispánica, 2001). Se puede recordar como ejemplo la copla que cantaba Joselito, uno de los personajes de García Pavón de dicha obra, en el entierro del hermanito: “No me desprecies por pobre / porque cuatro casas tengo: / la cárcel, el hospital, / la iglesia y el cementerio”.

Fuente: Antonio Herrara Editorial Aache enero de 2019)

Me gusta mucho el artículo de Jean Bécarud titulado “Una visión del liberalismo provinciano” (Revista de Occidente, 39, junio de 1966). Creo que contiene las claves de lo que digo cuando escribe que uno de los méritos de los libros de nuestro autor es hacer vivir ante nosotros, en el marco de la vida cotidiana, personajes que se afirman fieramente liberales y cuyo comportamiento es completamente distinto a fanatismo, exclusivismo o maniqueísmo. Pero ese liberalismo, visceral en cierto modo, de los protagonistas de Pavón “no les priva en absoluto de la clarividencia frente a la actualidad política inmediata”. Son románticos, entusiastas, idealistas, pero el destino les condena, en un país como España, “a ser muy pronto suplantados por los extremistas de todos los matices”.

Ese liberalismo de García Pavón es lo que los entusiastas del régimen franquista no tragaban o lo hacían a regañadientes desde sus presupuestos muchas veces conectados con el fascismo, sobre todo en la época de posguerra. Por ejemplo, que el escritor saliera en defensa de un republicano confeso, como Francisco Martínez Ramírez –El Obrero–, en la necrológica publicada en el diario de Falange (“El hombre más ilustre de Tomelloso, ha muerto”, Lanza, 5-9-1949), les sacaba de quicio.            

Como veían con malos ojos escritos en los que contradecía el triunfalismo de la propaganda franquista y recordaba el poco apego a la cultura cuando trataba el final de una buena revista literaria: “Seguirán llenándose todos los domingos las graderías del campo de fútbol; seguirán rebosando sobre las mesas de juego del casino los billetes ociosos; seguirán los cines y los bares trajinando dinero sobrante, pero tú, ALBORES, debes morir. Así se ha decretado. La cultura, el cultivo del espíritu es un lujo, un «amusement» decadente y poco viril, al parecer. Por eso, ALBORES, vas a ser crucificado en una mañana de mayo sobre dos ramas verdes, crujientes de savia…”. (Albores de Espíritu, mayo de 1949). Consideraba ese cierre como un pecado nefando, a unir a otro. Y es que el primero había sido, al acabar la guerra, el cierre del instituto de Tomelloso por los jerarcas franquistas. Todo escrito entre líneas, por supuesto.


Isidro Sánchez

Desde el revés de la inopia

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