Un fiel defensor de su tierra manchega con aires de detective

Manuel Cabezas Velasco.- El pasado domingo finalizaba el recuento electoral de un nuevo sufragio que afectaba a las circunscripciones municipales y autonómicas de casi todo el suelo patrio a las que se sumaban las europeas.

Había transcurrido escasamente un mes de los anteriores comicios generales en el que se elegían a los diversos representantes de las Cámaras en el territorio español.

A ello hay que añadir que mañana viernes 31 de mayo se celebra la festividad de la Comunidad Autónoma de Castilla – La Mancha.

Aunque el topónimo “Mancha” aparece hoy en día vinculado como una especie de añadido de nuestra Comunidad Autónoma, su reivindicación y delimitación no viene de ahora ni tan siquiera del proceso de transición democrática iniciado en la década de los 70 del siglo pasado, haciéndose incluso referencia a una provincia con tal nombre a finales del siglo XVII. De origen desconocido, aunque estrechamente vinculado a las fuentes árabes, se refería a una tierra que carecía de agua, suponiendo hoy en día una superficie de unos 30.000 kilómetros cuadrados dentro de la Comunidad Autónoma de Castilla – La Mancha y repartiéndose entre las provincias de Toledo, Ciudad Real, Albacete y Cuenca.

Aprovechando esta coyuntura, hoy conversaremos con un personaje al que en el presente año se le rinde homenaje – aunque su fallecimiento pasase casi desapercibido si lo comparamos con otros acontecimientos como nos señala Mª Luisa Moraga: “El creador tomellosero destacó como una de las personalidades más atractivas de la vida literaria española. Sin embargo, cuando se recuerdan los acontecimientos literarios de 1989, se citan múltiples datos (la concesión del Nobel a Cela, el Planeta a Soledad Puértolas, el Premio Nacional de Literatura a Bernardo Atxaga, el fallecimiento de Georges Simenon, Samuel Beckett y Salvador Dalí, la condena a muerta de Salman Rushdie, etc.) pero la mayoría de los recopiladores se olvida de mencionar la muerte del autor manchego. Según esto, no es extraño que para Jorge Luis Borges el éxito fuera un <mecanismo social> (ajeno al valor artístico y manipulado por los agentes de publicidad) y un <enigma de las historias literarias>… la obra literaria del autor tomellosero ha sido relegada tal vez porque sigue teniendo <una andadura pausada, dirigida por caminos plurales, ramificadísimos y, en mucho, subterráneos…>”. García Pavón ha sufrido <<esa ingrata suerte de ostracismo con que a menudo castiga el lector hispano a aquellos a quienes antaño favoreció. Sin duda la severidad del olvido ha sido injusta y excesiva>> [1] y que hizo gala de la defensa de este terruño, La Mancha.

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M. C. V.: En el día de hoy conversamos con un literato que nació en el terruño manchego hace un siglo, aunque qué mejor que él mismo para que nos hable de sus orígenes. ¿Qué nos podría decir, Sr. García Pavón?

F. G. P.: Como bien dice, Sr. Cabezas, vine al mundo en el año de 1919, concretamente un 24 de septiembre, en la población de Tomelloso, siendo el nombre de mis padres Francisco García e Isidora Pavón Rojo. Mi niñez y mi primera mocedad transcurriría en un ambiente familiar caracterizado por una gran unión y muy ávido de gustos y aficiones literarias. Así transcurrió mi estancia en el pueblo que me vio nacer, estudiando en él el Bachillerato de 1930 a 1936 y no abandonándolo hasta que la guerra civil finalizase. [2]

M. C. V.: Como bien ha señalado, don Francisco, el mundo la literatura no le era indiferente desde muy temprana edad. ¿Fue por todo ello por lo que su formación universitaria se orientó hacia aquel ámbito o por otras causas?

F. G. P.: Sin duda alguna, el ambiente que había generado un republicano convencido como era mi padre, enfrascado en su taller de carpintería – que había sido fiel sufridor de mis cuentos desde muy niño y transcriptor de los mismos [3] – y el influjo de mi madre, determinaron mis preferencias. La señora Isidora y yo siempre tendríamos una relación especial, como ya reflejaría en mi cuento “El paso de las aceitunas”. Sin embargo, aunque había finalizado el Bachillerato la guerra no hizo nada más que estrechar los lazos con los míos y hasta su finalización no emprendí mi aventura universitaria. [4]

M. C. V.: Aquel impulso que venía desde el núcleo familiar le haría no sólo obtener una formación universitaria que le alejase del mundo rural en el que naciera, sino que todo ello quedaría impregnado a lo largo de su vida en numerosas obras. ¿No es así, Sr. García Pavón?

F. G. P.: No cabe duda de que mis cimientos se asentaban en mi tierra natal, aquel pueblo manchego conocido como Tomelloso. Además, mi formación y mis preferencias irían encaminadas a especializarme en Filología Románica cuando me licencié en Filosofía y Letras en el año 43. Y a mi vertiente de escritor tendría que añadir, sin dudarlo, mi necesidad por enseñar por lo que me encaminé igualmente a la docencia tiempo después. En aquella época de posguerra un hecho importante estaría relacionado con una tierra a la que quiero con especial cariño: Asturias.

M. C. V.: ¿Nos puede hablar de ello un manchego de tierra dura quemada por el justiciero sol de que siente un gran afecto por una tierra que representa precisamente todo lo contrario: el verde, zonas de montaña, costa cercana como es la patria de Leopoldo Alas “Clarín”?

F. G. P.: Precisamente a la patria de don Leopoldo le debo mis comienzos en el mundo de la literatura cuando publiqué mi primera novela “Cerca de Oviedo” (1946). Tuvo gran éxito en aquella ciudad, en la que residí durante los años de alférez en el servicio militar (1944 y 1945), a pesar de que los gastos de impresión tuvieron que ser sufragados por mi propia familia, mi padre, porque la editorial Destino no publicaba a los finalistas. ¡Y eso que había sido finalista del premio Nadal! Además, qué mayor razón para continuar que recibir el propio aplauso de un joven escritor por parte de una dama que había obtenido el premio el año anterior, doña Carmen Laforet, con la que tendría una profunda amistad, tras haberla conocido en el Ateneo [5]. Eso también me conduciría más tarde a participar en el citado certamen, obteniendo el galardón principal con mi novela “Las hermanas coloradas”, de 1969, donde me centraba en la persecución de un perseguido político en plena posguerra tras la guerra civil española.

Por aquellos recuerdos y, tras obtener el título de Doctor gracias a mi tesis “Leopoldo Alas Clarín como narrador”, mi estrecha vinculación con aquella tierra norteña creo que está explicada.

M. C. V.: Buenas razones las que le unen a una tierra lejana en distancia y en rasgos y costumbres. Regresemos a su propia tierra. ¿Qué me podría decir de ella? ¿Qué habría que destacar de la misma? Usted es un auténtico abanderado de La Mancha, ¿cuáles son sus razones aparte del mero nacimiento en ella?

F. G. P.: No tengo ninguna duda que “somos la tierra más universal de España” cómo ya le dije a José Vicente Ávila hace un tiempo en una entrevista que me hizo a comienzos de la década de los 70. Por todo ello y porque considero que a esta tierra de paso no se la hace demasiado caso, incluso se trata de una tierra humillada, de la que se habla porque pasó por aquí don Quijote. Es la tierra de Sancho y Dulcinea, pero no sólo es eso: son sus gentes, su sencillez, aquella tierra donde nadie se queda. Solo es la zona de paso para hacer turismo en Andalucía, Madrid o Levante. A pesar de la universalidad con la que nos plasmó Cervantes, nadie aquí se para pues en la época de turismo playero la Costa del Sol, Palma o Madrid ofrecen más divertimento que nuestra tierra, mientras que aquí vienen los que le despierta la curiosidad intelectual o relacionado con “El Quijote” [6]

M. C. V.: Sin embargo, para usted como manchego de Tomelloso, su patria chica será la que le despierte más interés y algunas diferencias observará respecto a las demás provincias.

F. G. P.: Manchego de Ciudad Real soy, a la que considero el ombligo de La Mancha, aunque luego las diferencias entre uno de Cuenca y uno de mi provincia no sean excesivas. A ello hay que unir que el conocimiento de La Mancha por parte de la gente que no es de aquí está limitado por lo que conocen del “Quijote” en cuanto a los extranjeros, y tampoco se salvan los demás españoles de este desconocimiento, puesto que prefieren la playa como destino para hacer turismo. [7]

M. C. V.: Hoy en día, la defensa de ciertos valores extremistas ha adoptado posturas más extremas como ocurre en Cataluña. Sin duda alguna, usted como fiel defensor de su tierra tendrá su propio punto de vista al respecto, aplicándolo sin duda a su terruño. ¿Qué me puede decir al respecto?

F. G. P.: La defensa de mi tierra la he querido plasmar huyendo que cualquier tipo de idealismo ilusorio o de fanatismo simplón. Para mí, La Mancha son los manchegos, su idiosincrasia, la entereza que la gente del interior posee tallada por el duro trabajo y las rigurosas condiciones de vida que impregnan ese carácter humilde pero digno, a pesar de las humillaciones a las que se ha visto sometido durante largo tiempo. [8]

M. C. V.: Un referente difícil de evitar en la presente entrevista es hablar del personaje al que siempre estará asociado en sus publicaciones, Plinio. ¿Qué nos podría contar de él, de su origen?

F. G. P.: Como usted bien sabe, el Jefe de la Policía Municipal de Tomelloso era tocayo suyo, se llamaba Manuel González, aunque por sus dotes detectivescas necesitaba de algún apodo que le diese más empaque a este personaje de novela policíaca, y mi formación académica tuvo en parte la culpa pues recurrí, sin pensarlo, a un nombre de un autor latino, al igual que me ocurrió con su particular “Watson” que era el veterinario llamado Lotario. Esto, sin embargo, también obedece a que un tío abuelo había recibido tal apelativo y nosotros, sus descendientes, éramos llamados los Plinios [9]

M. C. V.: Su personaje no es el típico personaje de la novela negra anglosajona, sino más bien un policía más heterodoxo como el Maigret de Georges Simenon. ¿Qué piensa al respecto?

F. G. P.: Como bien sabe a mi tierra manchega, a mi Tomelloso – del que soy orgulloso Hijo Predilecto desde 1970 y receptor de la Medalla de Oro del pueblo que me vio nacer desde 1989 –, me une un cordón umbilical que he mostrado en numerosas de mis publicaciones tanto de ficción – como por ejemplo El Quaque (1953, revista Ateneo), relato (recogida en 1955 el volumen Las campanas de Tirteafuera y en 1970 en Nuevas historias de Plinio), Los carros vacíos (1965, Alfaguara), novela corta (recogida en 1970 en el volumen Nuevas historias de Plinio), El rapto de las Sabinas (1968, Destino), novela premiada por la Crítica de narrativa de 1969, Vendimiario de Plinio (1972, Destino), novela, Voces en Ruidera (1973, Destino), novela – como no – Historia de Tomelloso: [1930-1936] (1955, Gráfica Sánchez; 3ª edición revisada y ampliada en 1998 de Ediciones Soubriet), Tres ensayos y una carta (1951, Imprenta El Santo Escapulario), La Mancha que vio Cervantes (1954-55, Cuadernos de Estudios Manchegos, nº VII), El paisaje en la poesía de Juan Alcaide, Antología de cuentistas españoles contemporáneos (1939-1966 ()1959, Gredos), Teatro social en España (1962, Taurus), Textos y escenarios (1971, Plaza & Janés), … o en artículos como Nuevos artículos de costumbres (1972, Prensa Española), El jardín de las boinas (1980, editorial Latina) Mis páginas preferidas (1983, Gredos) –. Por ello, de la mano de Plinio no iba a ser una excepción, tratando de mostrar un personaje humano, un inspector de policía local orgulloso de serlo, aunque también en novelas como “Las hermanas coloradas” mostrase lo que sería una mezcla entre el retrato costumbrista y la novela policíaca, a lo que habría que añadir ciertos giros históricos y políticos teñidos de drama. Era ya finales de la década de los sesenta, habían transcurrido ya tres décadas desde que el conflicto entre los españoles había finalizado y trataba de reflejar aquella cárcel interior que muchos tuvieron que soportar en la dictadura. [10]

M. C. V.: Vamos a terminar este cuestionario que podría incluso convertirse en un interrogatorio policial, no sin antes olvidar tres aspectos de su dilatada vida: su relación con el teatro su carrera académica tanto en la docencia como en sus diversas publicaciones, y sus habituales visitas al Café Gijón. ¿Qué me podría decir sobre ellos?

F. G. P.: Sería difícil resumir la frenética actividad que me impulsó a convertirme no sólo en escritor sino también en docente que me condujeron a impartir diversos cursos más allá del suelo patrio, así como participar en conferencias y congresos en Universidades europeas y americanas. A lo que tendría que unir las diversas publicaciones realizadas en periódicos y revistas.

Respecto al Café Gijón, le remitiré a los relatos que aparecen en “El último sábado” (1974), donde doy buena cuenta de los contertulios que allí figuraban como es el caso del gran poeta manchego y el Oso del Tomillar, mi gran amigo Eladio Cabañero. [11]

Por último, en el caso del teatro, debo decirle que mi doble condición literaria y docente me encaminaría al campo de la historia literaria. Así, siendo un joven doctor en Filología Románica obtuve por oposición la cátedra de Literatura de la Escuela de Arte Dramático, llegando a ser incluso director de la misma.

Esta actividad, sin duda alguna, me llevaría a pronunciar innumerables conferencias, prologar gran cantidad de obras tanto de autores clásicos como modernos llegando a ser en 1964, junto con Federico Carlos Sainz de Robles y José López Rubio, director del Teatro Español de Madrid.

Gracias a esta incesante actividad obtendría el Premio de Cinematografía y Turismo que otorgaba el Ministerio de Información y Turismo.

Creo que con esto respondo brevemente a sus últimos interrogantes, y, como diría mi querido Plinio tengo el “pálpito de que esta entrevista está a punto de finalizar”.

Sin duda alguna, es de agradecer la atención prestada por este literato que pervive en la memoria tanto en el mundo universitario a través del edificio “Francisco García Pavón” de la Facultad de Letras ubicada en el Campus Universitario de Ciudad Real, como en su pueblo natal dando nombre a un Instituto de Educación Secundaria como al Premio anual de Narrativa “Francisco García Pavón”. Así como la calle de Augusto Figueroa recuerda que tuvo allí su residencia madrileña.

En suma, con esta breve entrevista hemos tratado de esbozar algunos de los aspectos de la intensa vida del creador tomellosero, muy defensor de su tierra manchega, que mañana 31 de Mayo conmemora un año más, su Festividad de la Comunidad Autónoma de Castilla – La Mancha.

¡FELIZ DÍA A TODOS!

MANUEL CABEZAS VELASCO

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[1] MORAGA GIL, Mª Luisa: Francisco García Pavón y sus relatos policíacos: p. 21 y 22]

[2] ARTEAGA, Valentín (dir.): El cardo de bronce. Cuadernos de Poesía y Pensamiento de Tomelloso: Homenaje a Francisco García Pavón. Ayuntamiento de Tomelloso. LOZANO ARTES GRÁFICAS, S.L. 1990.

[3] SÁNCHEZ GÓMEZ, Vicente: “El vendimiario de Francisco García Pavón”, en La voz de Tomelloso, 16 de marzo de 2019.

[4] BARRAGÁN FERNÁNDEZ, Bruno: 50 PERSONAJES DE CIUDAD REAL PARA LA HISTORIA. BAM. Diputación Provincial de Ciudad Real, 2016, p. 121.

[5] NAVARRO, Francisco: ENTREVISTA: Sonia García Soubriet (Tomelloso, 1957), escritora e hija de Francisco García Pavón, en Lanza. Semanario de La Mancha, 19 de mayo de 2019, Ciudad Real, p. 6.

[6] ÁVILA, José Vicente: “El mancheguismo de García Pavón en el Centenario de su nacimiento”, 27 marzo 2019, en https://cadenaser.com/emisora/2019/03/26/ser_cuenca/1553604530_442058.html.

[7] ÁVILA, José Vicente: op. cit.

[8] ALBERCA, Manuel: “El nacionalismo, los manchegos y García Pavón”, en TRIBUNA DIGITAL, 26 de febrero de 2019.

[9] MORAGA GIL, Mª Luisa: Francisco García Pavón y sus relatos policíacos: P. 50.

[10] COLMEIRO, José: “Novela policíaca, novela política”, en Lectora, 21, pp. 20 y 21.

[11] YNDURAIN, Francisco: “Francisco García Pavón”. Ministerio de Cultura. Dirección General de Promoción del Libro y La Cinematografía, 1982.

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