Los pactos son democráticos

         La palabra pacto procede de la voz latina PACTUM  o firma de un convenio y de aquí podemos establecer que pacto, como derivado de  PAX, PACIS significa pactar la paz. Así pues la palabra pacto podríamos definirla, atendiendo a su significado, como un acuerdo, un tratado, un compromiso, un convenio, hasta una paz firmada entre dos o más personas o entidades que se comprometen a respetar los acordado. La idea de establecer un acuerdo, un convenio  tiene por objeto garantizar su cumplimiento y proteger legalmente a las partes interesadas.

         ¿Este convenio, este acuerdo, este compromiso entre partidos políticos es democrático? Claro que sí, pero no es ético ni políticamente hablando ni mucho menos si tenemos en consideración el pacto tácito y real que firma el votante a la hora de depositar su confianza en una formación política.  Y es democrático sencillamente porque tenemos un sistema electoral viciado, decadente,  discriminatorio  y representativo.

         Ahora bien, ¿unos pocos pueden cambiar el sentido del voto, depositado por los ciudadanos sin consultar de nuevo a los votantes, para llegar a concretar pactos de gobierno locales, regionales, y nacionales con otros partidos de distinta ideología y con programas de gobierno diferentes? Pues sencillamente esto que ocurre a diario, es sencillamente un desatino, un acto antidemocrático, un atentado  contra el votante que libremente depositó su voto a un proyecto encarnado en un partido político y no en otro.

         Para que los pactos fueran legales, éticos y morales deberían haberse explicitado antes de las votaciones y que todos los votantes fueran conscientes de que su voto podría ser cambiado de signo ideológico y por supuesto hasta de partido, por unos pocos que se sientan a una mesa y deciden lo que a ellos más les interesa, aunque luego, en los medios de comunicación social, públicos y privados, traten de convencernos de todo lo contrario. Lo hecho es por el bien común de todos los ciudadanos y todo arreglado.

         Todos los partidos tratan, antes, durante y después de las campañas electorales, de ideologizar a sus votantes con mensajes, a veces, muy duros contra el adversario político para  afianzar el voto  y el apoyo a su partido y a su programa. Se gastan una fortuna en folletos, carteles,  propaganda en prensa etc. con el único objetivo de ganar las voluntades de los ciudadanos y cuando termina el proceso electoral se reúnen los dirigentes y pactan con otro u otros partidos, con programas diferentes y con ideología diferente, unos liberales y otros socialdemócratas y se apropian del poder de un ayuntamiento, de una Autonomía e incluso del gobierno de la nación por el mero hecho de alcanzar el poder y repartírselo. Más aún negocian con partidos que previamente y públicamente les han dicho que de ninguna manera pactarían con ellos como ha ocurrido, en la anterior campaña con el PSOE y Podemos.

         ¿A ustedes esto les parece bien? ¿Dónde quedan los famosos cordones sanitarios tantas veces cacareados por algunos? ¿Acaso se puede jugar más claramente con la voluntad del ciudadano? Podríamos preguntarnos ¿para qué valen las elecciones si los votos depositados son violentados por las apetencias de poder de unos pocos? ¿No sería  más limpio el proceso electoral si los votos no se pudieran manipular al antojo de unos pocos? Es evidente que este sistema  electoral representativo, que potencia el chalaneo de voluntades para adquirir el poder, no es el más justo ni mucho menos y por lo tanto deberíamos cambiarlo por un sistema directo en el que no quepa este chantaje al votante que libremente opta por una opción política concreta.

         Claro que estamos de acuerdo con el consenso y con poder llegar a acuerdos políticos  puntuales para lograr el bienestar de los ciudadanos pero eso no implica que dos fuerzas políticas, con diferente ideología y programa, después de las elecciones, pacten el gobierno de una institución, porque eso no se hace por el bienestar de los ciudadanos sino por el bienestar de los pactantes  y así asegurarse el mandato por cuatro años sin acordarse de los votos de los ciudadanos. Este es el principio del olvido al ciudadano de a pie y el comienzo de una huida hacia adelante con el objetivo de mantener el poder.

         Los pactos siempre intentan solucionar las deficiencias creadas por la mala ley electoral española, apuntalando un sistema discriminatorio y que, en la mayoría de las ocasiones, crea problemas sobre la  otra mitad de la ciudadanía que ve con estupor que la lista más votada no gobierna, porque los partidos perdedores se ponen de acuerdo para anular los votos mayoritarios  de los ciudadanos que depositaron su confianza en una opción política  ganadora.

         Con todo esto sería suficiente para que los partidos que han ganado las elecciones se pusieran de acuerdo y comenzaran, más pronto que tarde, a reformar esta ley injusta que tanto daño está causando a la democracia y a la libertad del voto ciudadano. También es  verdad, que cuando un partido consigue el poder se olvida  que antes estuvo en la oposición y que ineludiblemente volverá a ser oposición en un sistema democrático de alternancia política.

         No nos oponemos a la ley, sabiendo que  se legisló en unos momentos  muy difíciles para todos, en los que era necesario, con necesidad de medio llegar a pactos, acuerdos convenios,  y sobre todo con las nacionalidades mal llamadas  históricas que, de alguna manera, querían sobrevalorar sus votos por encima del resto de la nación. Pero es evidente que llevamos más de cuarenta años de democracia y que los privilegios,  que aún existen en la Constitución para unos pocos, deben ser eliminados en beneficio de todos los ciudadanos. Un ser humano un voto con el mismo valor en cualquier parte de España, y para lograr eso y eliminar todos los problemas de los pactos,  la ley electoral debe ser modificada.

         ¿A ustedes les parece razonable que al Partido Republicano de Cataluña (PRC) le cueste sacar un diputado nacional 52.197 votos y que a Compromis o al Partido Popular (PP), por ejemplo, para no hablar de otros partidos, tengan que conseguir 172.751 votos por diputado? Está claro que esta injusticia social no debe mantenerse en el tiempo porque no es razonable, ni éticamente hablando y mucho menos políticamente  que los votos  de los ciudadanos no tengan el mismo valor, en todo el territorio nacional.

         Hagamos posible que un hombre o una mujer solamente tangan un voto igual para todas las elecciones.

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2 COMENTARIOS

  1. Y todo esto lo dice el señor Nieto, presidente de Unidad Castellana, conocido partido por regalar alcaldías en la provincia de Ciudad Real a los perdedores a cambio de un sueldo.

  2. La respuesta a todo esto es buen simple. No votamos una ideología, no votamos un programa. Lo que votamos no es más que el número de personas de cada uno de los partidos políticos que van a estar en unas cortes, un ayuntamiento, un congreso… luego esas personas serán las que elegirán mediante su voto al respectivo alcalde, presidente autonómico, presidente del gobierno, etc.

    Pero es que si nos lo cuentan así, no iría ni Rita a votar, hay que decir que es la fiesta de la democracia, que somos muy importantes (solo un día cada cuatro años), que tenemos un gran poder de decisión. Pero, en absoluto es así. Estamos diciendo, como somos muchos para elegir a nuestro alcalde, vamos a hacerlo de otra forma: elegimos a las 25 personas que van a elegir al alcalde.

    Quejarse de que esto no es democrático… pues claro que no lo es. Pero es que a pocos partidos les interesa que haya una democracia real. Más bien a ninguno. Imagínense segundas vueltas para que solo quede un partido, o que todos los votos valieran lo mismo, así a porcentaje puro de votos… En España eso es inimaginable. Más de uno iba a pasar hambre, y frío…

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