Manuel Fuentes Muñoz. El resultado endemoniado que ha proporcionado la jornada electoral del pasado domingo, hace necesaria una valoración crítica de lo que ha ocurrido, desde las elecciones locales y regionales del pasado 28 de mayo, hasta las generales del día 23 de julio. Aunque deben ser los grupos políticos quienes hagan autocrítica, y aporten soluciones a la situación que ellos han contribuido a generar.

El PSOE, aunque no ha ganado, tiene la intención de gobernar —aunque le será difícil—. Sin embargo, lo que sí podrá, es bloquear el acceso al gobierno del bloque conservador. Y, en este caso, conseguirá que se repitan las elecciones, lo que le permitirá seguir gobernando hasta que finalice este nuevo proceso electoral, a finales de este año.
En cuanto a los grupos que han apoyado al señor Sánchez en la pasada legislatura, solo ha ganado Bildu. El resto de partidos nacionalistas y separatistas, han perdido votos y escaños, aunque van a encarecer su apoyo a la investidura, al ser determinantes para no repetir las elecciones. Y será clave, el del señor Puigdemont, que sigue prófugo de la justicia española.
El otro socio de gobierno, se ha presentado como SUMAR, encabezado por Yolanda Díaz y perdiendo siete diputados, con respecto a 2019. Se trata de una coalición de quince partidos, entre los que destacan Izquierda Unida, Compromís, Más País o Unidas Podemos.
Pero vayamos a la valoración de esta larga campaña electoral.

Comenzó cuando Pedro Sánchez convocó las elecciones generales para julio, tras su derrota en las locales y regionales de mayo. El partido del presidente parecía estar en la peor situación posible, debido a sus concesiones a los separatistas y por la aprobación de leyes muy cuestionadas, como él mismo ha reconocido. Pero su estrategia electoral ha funcionado.
Ha conseguido atraer el voto útil de la izquierda a su candidatura —única que ha aumentado dos escaños en su bloque—. Ha movilizado, a su favor, el voto del miedo contra VOX. Ha disimulado sus pactos con Bildu en Navarra. Y se ha aprovechado de los errores cometidos por otros partidos, para atacarlos.
Decía Maquiavelo, el fin justifica los medios. Y eso es lo que ha hecho Sánchez, utilizando todo el aparato del Estado para continuar en la Moncloa. La Junta Electoral Central ha abierto expedientes y sancionado a los miembros del gobierno, por la falta de neutralidad institucional, al utilizar sus intervenciones oficiales para atacar a la oposición. Se presentó como víctima de los grupos de comunicación y de algunos periodistas para acabar utilizándolos a su antojo.
En cuanto al PP, su estrategia parece no haberle funcionado del todo. Al principio de la campaña, se empezaron a constituir los gobiernos regionales, para cuyos acuerdos no se establecieron unas bases mínimas, concediendo plena autonomía a los barones regionales. El error más grave se produjo en Valencia, donde los acuerdos fueron precipitados, y se incluyó en el programa de gobierno, alguno de los postulados más polémicos de VOX.
Luego vinieron otros pactos, como el de Extremadura, en el que la señora Guardiola, después de haber negado la inclusión de miembros del partido de Abascal en su gobierno, acabó cediéndoles varias consejerías, lo que le granjeó su descrédito personal ante la opinión pública.
Y fue entonces cuando, el líder del PP, apeló al voto útil para su partido. Luego, ganó, claramente, el cara a cara al señor Sánchez, quien, como el mal boxeador, se echaba en los brazos del líder del PP, dificultando, cuando no impidiendo, su disertación. Causó más de treinta interrupciones en los escasos cincuenta minutos que intervino el señor Feijó.
Después, parece que le sobraron los últimos diez días de campaña. Sin embargo, el resultado final ha sido bueno, aunque insuficiente para gobernar, al haber conseguido cuarenta y siete escaños más de los que tenían en el Congreso y la mayoría absoluta en el Senado.

En cuanto a VOX, su estrategia no ha funcionado. Han exigido puestos de gobierno en todas las comunidades autónomas en las que el PP no tenía mayoría absoluta, queriendo imponer la parte menos amable de su programa. Tampoco se entendió su participación en el debate a tres, patrocinado por el gobierno en RTVE, que poco le ha beneficiado. Mientras tanto, mantenía una hostilidad manifiesta con casi todos los medios de comunicación.
Pese a ser la tercera fuerza política, perdió diecinueve escaños y más de seiscientos mil votos. Y, sorprendentemente, en Castilla y León, donde gobierna en coalición, ha perdido cinco de los seis diputados que tenía. Con menos de cincuenta diputados, ya no tiene la facultad de recurrir directamente al Tribunal Constitucional ni de presentar mociones de censura.
En, SUMAR, siguen sin resolver su crisis con Unidas Podemos, cuyos líderes han estado poco motivados en campaña por el veto a Irene Montero. Ahora, responsabilizan a Yolanda Díaz, de la pérdida de casi setecientos mil votos con respecto a los comicios anteriores.
Si Sánchez no nos sorprende blanqueando a Puigdemont, la solución lógica sería la repetición de las elecciones. Se cumplirá así lo que decía Amadeo de Sabaya, en el siglo XIX, los españoles son ingobernables.
Ciudad Real, 27 de julio de 2023
















































