Manuel Valero.- Forman parte del juego democrático. Sobre todo cuando se acerca la hora del examen final de las urnas. Pero luego de tanta experiencia electoral que da las veces que hemos ido a votar desde 1978 los compromisos hiperbólicos resultan más arcaicos que ilusionantes, menos creíbles que captadores de votos. El cebo de las grandes promesas es hoy rechazado por la mayoría del cardumen del electorado.
Leí días pasados la declaración del presidente Emiliano García Page en su visita a Puertollano para ver las obras del Hospital. No fue recatado el presidente al asegurar que la llegada a la ciudad de una importante empresa, que no nombró, es cosa de un último empujoncito. Bueno, hasta aquí todo normal. Como ya digo las elecciones y sus vísperas dan para que los candidatos apuesten a lo grande. Lo que me dejó perplejo fue la hiperbolización del compromiso. Decir que la empresa prometida causará un impacto social, laboral y económico similar al que causó la industrialización de Puertollano después de las minas, esto es la Calvo Sotelo, luego EMP, luego Enpetrol y hoy Repsol resulta tan exagerado que provoca más escepticismo e incredulidad que ilusión o un cambio de voto para quienes ya tuvieran decidido irse a otra opción o al paro electoral, o sea, a la abstención.

No dudo del interés y el trabajo del presidente por el bien de Castilla-La Mancha en general y por Puertollano en particular, pero que por ese afán de posicionarse en la pole position que le reporte la victoria exagere de esa manera desluce en buena medida la veracidad de lo prometido y el esfuerzo que se haya realizado para materializarlo. Según los medios, Page dijo que el Gobierno regional está a un metro de cerrar un acuerdo con una importante empresa cuya implantación en Puertollano podría suponer un impacto sobre el empleo equiparable al que supuso en su momento la llegada de la petroquímica a la ciudad industrial.
En primera lectura el optimismo ante un futuro de empleo y riqueza y aumento de la población como derivada se abre paso como un gran respiradero que alivie la decadencia de estos últimos años. En una segunda comienzan las dudas. Que no cite el nombre de la empresa y que después de precisar que se está a punto se añada que no será cosa fácil porque hay que engastar otros elementos como los fondos europeos, suelo e infraestructuras rebaja el suflé. Las cercanías de las elecciones hace el resto.
Ojalá todo llegue a puerto con buena derrota y sea como el presidente dice pero la exageración de tamaño compromiso exige que ese estar a punto es porque ya está todo escrito a falta tan solo de la firma.
Los puertollaneros sueñan con la llegada de una compañía potente que vigorice el tejido social en todas sus dimensiones y no les digo si la empresa salvadora supondrá lo que antaño supuso Repsol. Sin embargo hay un pegajosa sensación, quizá por el desencanto de los años de crisis y el paulatino desmayo de la vieja ciudad minera, de que esa desproporcionada comparación desluce su componente de veracidad, y más si el ampuloso advenimiento a lo Repsol, es solo por el hecho de que en mayo vamos a ir al colegio con la papeleta. Ya suena a viejo.
Hay proyectos estratégicos que los gobiernos se guardan para las vísperas para que el ciudadano contemple el cumplimiento de la palabra dada, las obras del hospital, la reforma de El Bosque… por ejemplo. Sin embargo una gestión política de cuatro años no se sustancia únicamente en las grandes obras. Una legislatura es también la gestión de otros asuntos aparentemente menos perentorios. Un gobierno municipal no salva la cara por una obra lucida y rimbombante si un problema de barrio o una baldosa de cualquier acera permanece irresoluto o rota, durante años.
Es de agradecer al presidente Page su denuedo por reavivar Puertollano pero le ha sobrado la mitad del órdago ante la inminencia de la empresa prometida. Forma parte del juego democrático, ya digo, pero sin saltar las justas fronteras de lo creíble.
Doy un voto de confianza al presidente, que seguro que habla con conocimiento de causa, porque toda la información que posea le sea suficiente y escudo para empeñar su palabra en tamaño anuncio.
En caso contrario no dejará de ser una engañifa más o un bote de remos cuando se prometió un trasatlántico. Espero que no. Suerte. La necesitamos. Todos.





























