Una invasión en toda regla amenaza Ciudad Real, y es aún más preocupante con la subida de temperaturas: la broza.  Ayer se declaraba un incendio a apenas un kilómetro de la capital, y a las pocas horas, el Ayuntamiento ya se apresuraba a advertir de que sancionará a los propietarios que no mantengan sus solares en buenas condiciones de seguridad e higiene. Y mientras el parque de Alarcos, gestionado también por el Consistorio en colaboración con la Junta de Comunidades, presenta este enmarañado aspecto, los alrededores del cementerio municipal adquieren una inquietante apariencia, sobre todo teniendo en cuenta la cercanía de los primeros edificios de los barrios de Puerta de Toledo y Camino de la Guija. Broza y hierba seca, que en algunos puntos superan los dos metros de altura (y que incluso han superado las tapias del camposanto), se adueñan de estas barriadas periféricas, sitiadas por la maleza, y quizá por otros desagradables visitantes.